Es cierto que a raíz del estado de alarma por el COVID que hemos vivido, han surgido varias formas de trabajo, de estudio, de comunicación, …, que han propiciado muchas ventajas e inconvenientes para los centros educativos, empresas, …
En nuestro caso y para la práctica docente ha sido toda una revolución y es que a priori eran todo ventajas, pero durante el confinamiento hubo mucho alumnado que se conectaba y no presenciaba las clases, y no trabajó nada. Por el contrario, hubo muchísimo alumnado que participó mucho, trabajó mucho y que aprendió muchos recursos TIC. El alumnado que trabajó, llegó a alcanzar muchas habilidades y destrezas con el ordenador que antes no tenían y que ni imaginaban que podrían adquirir.
Para mí, las ventajas de la videoconferencia para grupos pequeños, están aseguradas cuando la comunicación previa ha servido para asegurar que todos disponen del acceso (probado) para el día de la videoconferencia. Para aquellos casos en los que el alumnado no puede asistir de forma regular o en contadas ocasiones, es realmente fácil que puedan seguir las clases desde su casa de forma parcial o total, para evitar que el alumnado pueda perder clases y no se descuelgue del temario.
Desde la Junta de Andalucía nos han proporcionado herramientas para una comunicación en vivo y directo con el alumnado que hay en casa, por la plataforma Moodle Centros. Así que esas herramientas (como Hangouts, Zoom,…) deben de seguir presentes en las aulas, siempre y cuando se utilicen de forma correcta.
En la FP las solemos utilizar mucho y en mi caso les ha servido para no desconectar mientras el alumnado está enfermo o por cualquier otra cosa personal.
Mejoraría aspectos relacionados con la educación y las buenas prácticas para el buen uso de las videoconferencias en las aulas:
- Que el alumnado no tome estas videoconferencias como un juego, sino como una forma diferente de aprender,
- Que el alumnado no aproveche las sesiones telemáticas para evitar ir a clase, y se quede en casa para descansar o dormir,
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